Bañado en sangre,
un asceta
busca su destino.
Atrás
el valle
de caudillos desolados,
sucumbió ante la trampa
de su escudo roto...
Abnegado
deshecho
marginado.
Hallo una espada
retorcida
la tomo en sus manos,
alzo el rostro;
y con su cuerpo descuartizado
al firmamento
enmudeció con sus lamentos...
Intermitentes...
bajo aquel yelmo
renacían aquellos ojos
cual gárgola
en pleno vuelo,
vengando
a quien le había
arrebatado el sueño,
mientras desnudas
las nereidas
jugueteaban Octubre
en el lago del duelo...
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